FormaCiÓn permanente

(DEL LIBRO DE FORMACIÓN JM, pp.44-48)

La experiencia de la llamada de Dios que impulsa el primer compromiso continúa durante toda la vida y va creciendo y profundizándose, va mucho más allá de lo que podemos imaginar.
La formación permanente se inserta en el dinamismo de la vida misma. Así como la formación inicial es una experiencia guiada, la formación permanente es sustancialmente la misma experiencia pero vivida ahora de manera más autónoma, dentro de las condiciones ordinarias de la vida y de la misión de la Congregación.

La Formación Permanente tiene también sus propias etapas, determinadas por el ritmo de la vida; de ahí la importancia que tiene para la religiosa el aprender a desarrollar el dinamismo humano y espiritual que le asegurará un crecimiento continuo.

Algunas de estas etapas o situaciones de la vida podrían ser:

    • Después de la profesión perpetua
    • Inmersión en la vida apostólica
    • Envíos, cambios de lugar y de misión
    • Pérdidas y momentos de dificultad
    • Etapa de serenidad y sabiduría.

1. Formación permanente

2. Otros tiempos de formación

      • Preparación para los votos perpetuos
      • Tercer año
      • Renovación
      • Retour aux Sources

 

FIN DE LA FORMACIÓN PERMANENTE

«Si la vida consagrada es en sí misma «una progresiva asimilación de los sentimientos de Cristo», parece evidente que tal camino no podrá sino durar toda la vida, para comprometer toda la persona, corazón, mente y fuerzas (cf. Mt 22, 37), y hacerla semejante al Hijo que se entrega al Padre por la humanidad».

    • Mantenerse en actitud de conversión, de renovación continua y de crecimiento.
    • Integrar progresivamente la oración y la acción en una unidad de vida, fruto de la acción del Espíritu.
    • Buscar oportunidades para el desarrollo de habilidades y capacidades que puedan servir a la misión, y dar respuesta a los nuevos desafíos.
    • Ampliar el conocimiento de las necesidades de nuestro mundo y promover la reflexión y acción para responder a estas necesidades.
    • Preparar el camino de la jubilación y de la enfermedad para vivirlos con hondura y con fe.

EJES TRANSVERSALES en la FORMACIÓN PERMANENTE

a) Experiencia de Dios y Carisma

    • Ahondar en el seguimiento y pertenencia a Cristo desde la generosidad y entrega; lectura creyente de la realidad y una oración cada vez más personal y conectada con la vida.
    • Identificación afectiva con Jesús que lleva de la autosuficiencia a la humildad, de la confianza en sí a la confianza en el Padre.
    • Voluntad y fe de seguir adelante a pesar de las dificultades y momentos de oscuridad, confiando en la promesa del Dios fiel que sostiene y acompaña.
    • Claridad y aceptación de los propios límites y posibilidades. Profundización en la vocación única y personal.
    • Cuidar la calidad de vida de la fe y el amor.
    • Reconocer las experiencias del misterio pascual, cruz y resurrección, en la propia vida.

b) Crecimiento de la persona humana

    • Plenitud humana como mujer, creatividad, dinamismo apostólico, iniciativa, alegría y buen humor.
    • Capacidad de liderazgo, de generar vida y de crear relaciones hondas.
    • Momento de aportar palabra y visión a la comunidad, a la Congregación, a la Iglesia y al mundo.
    • Saber reconocer y nombrar sin miedo las propias emociones y sentimientos, afectos, miedos, deseos…para ir viviendo desde nuestra verdad. Camino de crecimiento y encuentro con Dios.
    • Reconocer y trabajar ambiciones, deseos de protagonismos, deseos de poder, sentimientos de superioridad o inferioridad, orgullo, autosuficiencia, competencias para que no nos conduzcan a dureza y amargura, sino a vivir con plenitud, con sentido, con humildad y alegría.
    • Disfrutar de la plenitud de esta etapa, de los crecimientos, ilusiones, alegrías; aceptar momentos de cansancio, desgaste de la vida y saturación de trabajo porque toda crisis puede ser cauce de mayor hondura y crecimiento.
    • Entrega más purificada, constancia y capacidad para afrontar situaciones y conflictos que antes parecía imposible.
    • Cuidar y continuar la formación humana y teológica para una mejor respuesta.

c) Realidad del mundo

    • Mirada positiva y esperanzada de la realidad y de cada persona.
    • Compromiso apostólico con más profundidad y serenidad.
    • Seguir atenta a los gritos y necesidades del mundo, para plantearse nuevas respuestas.
    • Dejarse afectar y trabajar la sensibilidad ante la realidad.
    • Huir de la instalación. Apertura a la novedad, capacidad de sorpresa y de interrogarse ante los cambios del mundo.
    • Capacidad de relativizar y tener buen humor.

d) Espiritualidad ignaciana

    • Reconocer en la propia historia tanto bien recibido, para en todo amar y servir.
    • Buscar con honradez acompañamiento que ayude a confrontar la vida y vivir con lucidez.
    • Experimentar la fragilidad y debilidad como camino de libertad interior y confianza.
    • Prepararnos y formarnos bien para acompañar y discernir; y ofrecer estas herramientas que ayudan a vivir con sentido, sacando lo mejor de cada persona.
    • Contemplativas en la acción, buscando y hallando a Dios en todas las cosas y a todas las cosas en Él.
    • Disfrutar y saborear la vida en lo sencillo y cotidiano: arte, oración, música, liturgia, relaciones apostólicas, comunidad, naturaleza, amistad…
    • Unificar la vida en el único deseo de agradar a Dios. , y vivir desde la entrega agradecida: “Tomad Señor y recibir… 

OTROS TIEMPOS DE FORMACIÓN
(del Libro de Formación JM, pp.49-52)

1. PREPARACIÓN PARA LA PROFESIÓN PERPETUA

Las Constituciones ofrecen un periodo de aproximadamente dos meses de preparación inmediata a la Profesión perpetua. Sin embargo, este periodo puede omitirse si el segundo año de Juniorado intensivo precede inmediatamente a la Profesión Perpetua.

FIN DE LA PREPARACIÓN PARA LA PROFESIÓN PERPETUA

Es confirmar la llamada de Dios a una entrega total de sí misma y profundizar en la respuesta a esa llamada por medio del compromiso permanente como Religiosa de Jesús-María.

EJES TRANSVERSALES DE LA PREPARACIÓN PARA LA PROFESIÓN PERPETUA

Este periodo proporciona a la hermana la oportunidad y la orientación necesarias para considerar y gustar la experiencia de la presencia y acción de Dios en su vida, y en la vida de aquellos con quienes y para quienes ejerce su apostolado. 

A la luz de su decisión de comprometerse para siempre, y de la confirmación de esa elección por parte de la Congregación, se le invita a repasar su historia personal con autenticidad y gratitud hacia Dios.

Asimismo, su reflexión sobre las experiencias en la misión tiene como fin renovar su deseo de ver el mundo con los ojos de Dios, y de responder a las necesidades de la gente con celo y compasión.

La gracia que buscamos en este tiempo es la de una disponibilidad radical, el deseo de “ser puesta con el Hijo”, y la voluntad de poner todos los dones que tenemos al servicio de la misión de la Congregación.

ELEMENTOS DEL PROGRAMA

      • Reflexión, personal y compartida, sobre experiencias de la misión, la oración y la comunidad, para discernir la presencia y dones de Dios en la propia experiencia de la vida y misión de Jesús-María.
      • Los Ejercicios Espirituales de ocho días , con el fin de confirmar la elección.
      • Consideración de los propios dones para la misión apostólica, con el fin de ponerlos al servicio del Cuerpo Apostólico.
      • Aceptación de la propia responsabilidad respecto a la misión compartida. .
      • El estudio de los documentos actuales de la Iglesia sobre el lugar de la Vida Religiosa en la Iglesia l’Église.

2. TERCER AÑO

El Tercer Año hace referencia, en la terminología ignaciana, a la “Escuela del corazón”, es decir, a la transformación de la afectividad profunda de la persona, transformación que permite “salir del propio amor, querer e interés” para recibir más plenamente el don de Dios. Es un tiempo de gracia que ofrece a la religiosa la oportunidad para entregarse con renovado celo apostólico, mediante el don total de su persona al Señor Crucificado y Resucitado.

FIN DEL TERCER AÑO

Una más plena integración en el Cuerpo apostólico de la Congregación para un mayor servicio al Reino de Dios en la Iglesia.

Modalidades

    • Una duración de aproximadamente ocho meses, que incluye un tiempo dedicado al apostolado y un tiempo prolongado de lectura y profundización en el conocimiento y comprensión de los documentos de la Congregación.
    • Un período de cinco a seis meses. Con la adecuada reducción y adaptación del Tercer Año completo.

Elementos del Tercer Año

    • El mes de Ejercicios.
    • Profundización en el conocimiento de la vida de Nuestra Madre Fundadora y de los orígenes de la Congregación.
    • Historia de la Congregación Constituciones y Documentos de los últimos Capítulos generales.
    • Acercamiento a realidades de sufrimiento.
    • Propuesta a la religiosa de alguna experiencia apostólica.
    • Acompañamiento.
    • La Comunidad del Tercer Año.
      • Es importante la valoración y vivencia de la diversidad como riqueza del Espíritu, la apertura a la universalidad de la Congregación, la valoración de otras culturas, la integración de la multiculturalidad, el respeto a otras creencias y confesiones.
      • Es tiempo de conocimiento y de apertura a otras comunidades de Jesús-María, dando gracias a Dios por la universalidad y fuerza de nuestro carisma que nos une y se expresa y enriquece por la fuerza del Espíritu en la diversidad.